Va pensando que...

Pasea contoneándose, como lo ha hecho siempre. Va pensando que necesita a alguien más ahí dentro, una compañía o algo, pero nunca llega. Lo único que tiene son unos vecinos muy ruidosos que de vez en cuando dan algún golpe en la pared haciendo retumbar todo. Ah y, eso sí, el espejo del techo, cuando llegó ya estaba ahí; es tan bonito que le da miedo tocarlo, por si se rompe. Hay algo que suele hacer muy a menudo en sus ratos libres, que son básicamente todos: suele acercar su cara todo lo que puede al él para mirarse de cerca y se queda embelesada mientras pasan las horas.

Otra cosa que le gusta hacer es buscar entre las piedras del mar; sólo, buscar. A veces encuentra conchas bonitas, pero no las coge; creo que sabe que al día siguiente seguirán ahí, así que prefiere seguir paseando y disfrutando del paisaje... Y parece que alguien le ha leído el pensamiento, porque mientras va pensando que necesita a alguien más, alguien entra, su dueño. Con algo de la mano, un bote.

- Espera, que te abro la pecera y los echas ahí dentro.

- Pero mamá, el señor dijo que son de agua caliente, se morirán...

- Pues deja el bote encima del radiador y luego cuando volvamos del paseo ya pensamos a ver cómo hacemos.

Pero ese día nadie se acordó de bajar el termostato a la temperatura adecuada para un bote con peces de agua caliente... Y mientras tanto, en la pecera de agua fría, el otro pez pasea contoneándose, como lo ha hecho siempre. Va pensando que necesita a alguien más ahí dentro... Menos mal que los peces de agua fría tienen mala memoria.

s.

Para Sara Sánchez, a quien un día prometí que le explicaría qué pasó con mis peces de agua caliente.