13 de agosto de 2010

Valiente (y)


Envalentonarse por salir de casa con sólo dos capas de ropa en la noche más gélida del verano -increíble pero cierto- no es nada comparado con ser capaz de aguantar con los ojos de par en par sólo por ver llorar a la luna. De San Lorenzo se dice que llora también, pero todos sabemos que se pasa las noches sentado en el pico de Cassiopea riéndose a carcajadas de cada deseo que hasta él llega, mientras se encarga de devolverlos con más fuerza. A veces hasta duelen, creo.

Y mientras tanto unos cuantos nosiyoprefieropasarlalcalordemicama se arrepienten en secreto de haberse puesto la armadura antes de tiempo, cuando no tocaba. Que por repetir operación por enésima vez se te está desgastando. Y todo seguido te repito quenoesmásvalientelquemáschillalblandirsuespada. Y todo separado, por dentro de ti, sabes que escudos y yelmos no sirven de nada. Y vuelvo a lo de antes si te digo que no hay más valiente que el que muestra su cara a la luna y llora con ella de pena, y llora con San Lorenzo de rabia, y grita que no se ría más por favor. Porque llegados a este punto su coraje se esfuma y no queda más vuelta de tuerca que asumir que los valientes lloran más que nadie, pero pocos lo saben.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Grande. Muy muy grande. "los valientes lloran más que nadie", pero pocos identifican ese gesto con la valentía. ;)
Respondiendo tu comentario... Ni te conozco, ni falta que hace para intuir que seguramente seas una "personadroga".