O la brisa caliente que anunciaba el bochorno.
A lo mejor tuvo la culpa la nube gris que tapó a la luna cuando nadie miraba.
O los cientos de granitos de arena que, movidos por el viento, atacaban mis tobillos como puñados de agujas.
No lo sé qué fue, de verdad que no lo sé.
Mientras tanto las luces naranjas lo transformaban todo
en algo aún menos real
menos nítido
algo líquido
e inflamable.
Y yo qué sé si colocada por la luz naranja
o por las líneas negras de tu jersey blanco.
Yo qué sé.
Pero a mí se me antojaban primero curvas,
y después circulares.
Como burbujas con ganas de huir de allí
de salir, saltar, correr, brincar, volar, gritar, cantar y desaparecer.
Como tú.
Y yo ahí. Parada otra vez. Joder.
s.
1 comentario:
:D
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