17 de julio de 2011

Historias

Tengo ganas de irme, muchísimas ganas, me tiembla todo de la emoción sólo de pensar que en cuatro días estaré en el otro lado del charco, a donde siempre quise viajar. Y aún así es inevitable pensar en las historias que se quedan. Todas esas historias que no he podido terminar o aquellas que simplemente no me he atrevido a empezar, quizás por miedo a después no querer irme... todas ellas, duelen tanto como las personas que dejo aquí.

Suerte que el antídoto es sencillo, y es que cuando eres tú quien se marcha, es más fácil convertir cinco meses en cinco días. Sé que es egoísta, pero los antídotos nunca vinieron en botes para dos.

s.

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