21 de enero de 2012

Cubo para las ideas sueltas.



Con frío y con sueño se escribe mejor. O al menos fluyen mejor las palabras que con calor y sin nada que hacer. Quizás sea la prisa por acabar y poder volver a meter las manos en los bolsillos. O por terminar y releer entre sueños -o pesadillas- lo que acaba de salir de tu cabeza. Como si la tinta surgiese de una grieta y dejase fluir las ideas constantemente... en ese caso, debería irme encargando de encontrar alguna herrada, de las que había en los pozos de los pueblos, para ponerla debajo del goteo y que no se me escapen más.

Me gusta el sonido del goteo, me adormila. Como los días que dejan pasar el tiempo sin más que hacer que sentarse en el cesped o tomar un vino con frutas; también me adormilan. Y esta ciudad, piedra preciosa en todos los sentidos... dorada y viva, helada y muerta, petrificada de piedra, en el tiempo... Nada cambia, nada pasa, nada esperas. Como un mullido colchón de paja que tan pronto te acoge como te hinca sus ramas para que huyas... te adormila también.

Pero ya dije... con frío y con sueño se escribe mejor. Escribamos pues, hasta que tengamos que salir del colchón de paja que no deja de ser, al final, un simple nido.

s.

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