Soltando una carcajada se dirigió a la persona que tenía a su izquierda.
-¿Y tú? ¿Adónde vas?
Y después de recibir una mirada despectiva decidió salir a tomar el aire.
No sabía ni quién era la persona a la que había hablado. ¡Qué coño! Ni siquiera sabía dónde se encontraba y seguramente mañana el alcohol haría que no recordase nada de lo que estaba sucediendo. Sin embargo, tenía la impresión de estar viviendo la vida más nítidamente que nunca. Se daba cuenta de los hilos, o más bien de los firmes cables de acero, que movían todo aquel desmadre. De cómo todas esas marionetas se creían libres ingiriendo e inhalando grandes cantidades de adulteradas sustancias que no hacían más que amarrarles más firmemente a su manipulador. Veía pasar elegantes snobs trajeados presumiendo de la potencia de su nuevo coche y del pomposo y caro vestido que llevaba su mujer, suscitando con orgullo miradas envidiosas a su alrededor. Observaba un grupo de jóvenes divirtiéndose, inconscientes de sus ataduras y se preguntaba si sería capaz de reflexionar sobre todo esto al día siguiente. Ahí fuera, quieto como un pasmarote, Paul era consciente de que cada marioneta que le rodeaba en ese momento se sentía feliz por estar cumpliendo con su función. La función a la que están atados por medio de hilos y que nadie quiere ver.
Pero él se sentía libre. Él era la única persona consciente de todo aquello, él no era una marioneta.
Y como si de un tesoro se tratase, decidió no hablar de esto con nadie y, dando una última calada a su habano, entró a servirse otra copa. Pero qué estúpidos eran todos.
[s.]
1 comentario:
bonita forma de expresar la vida jajaja, pos na hija, ya me ire pasando por estos parajes a ver ke hay de nuevo xd enga tia bsks kuidate torpeda
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