-¿Todo bien?
-Sí.
Pero todos los aquí presentes ya sabemos la veracidad que esta afirmación suele tener. Incluso el preguntante en este caso lo sabía, sin embargo decidió hacer como que se lo creía y mirar para otro lado, supongo que por miedo a la respuesta. O simplemente por no creerse con licencia para profundizar más en el asunto, quién sabe.
La realidad era que ni la pronunciante del sí sabía la respuesta correcta, sólo creía haber salvado con éxito la espinosa cuestión. Unos días más tarde dio con ella, pero en aquel momento prefirió seguir mirando por la ventana empañada (con la consecuente frustración) intentando frenar aquel remolino de cosas que daban vueltas en su cabeza y que no tenían más fin que el de traerla de nuevo a la tierra, como a todos alguna vez. Pero no nos engañemos, de estar sola tendría varios mares saliendo de sus ojos sin saber por qué. Para que os hagáis una idea, lo que sucedía en su cabeza era algo así como cuando mueves los cereales en el colacao muy rápido y luego, cuando quieres frenarlos, no puedes y siguen dando vueltas. Algo así.
Y ese remolino no hacía más que repetir que no, que ella allí no pintaba nada; y después llegaría a su casa donde pintaría menos aún. Jamás podría salir más que a unos cuantos pasos de su realidad para ver cómo, desde fuera, se burlaban de ella todos los sueños que había tenido. Aquellos que la habían alentado antes de darse cuenta de que llevaba una cuerda atada a un pie (y atada por el mismísimo Gordias, seguramente). Esos sueños que de vez en cuando la dejaban con la miel en los labios y que, cuando conseguía asomar la punta de la lengua para probarlos se volvían amargos, como el café sin azúcar.
Darse cuenta de eso no era lo que le hacía bajar de la nube. No, eso ya lo sabía hacía mucho tiempo y, por suerte o por desgracia, estaba aprendiendo a asumirlo. Lo que le hacía aterrizar eran esas preguntas benévolamente envenenadas que todo el mundo lanza alguna vez, pero que nadie se atreve a repetir.
s.
3 comentarios:
:)
me gusta el cambio que le has dado a esto
y la entrada, pero eso no hay ni que decirlo
Señorita Riesco, no me vuelva usted a pedir perdón por escribir lo que piensa. Espero sus disculpas por pedirme perdón.
:P
Ahora en serio, me ha gustado tu comentario. ¡No esperaba menos! Pero lo que intento decir es precisamente lo que dices tú, que ahora cualquiera coge una cámara y hace una película. El cine está en decadencia, o así lo veo yo, y me duele. Y me duele que la mayoría de la gente pase de todo y de todos, y que ya no queden libros como "El guardián entre el centeno", en el que no se cuenta nada y se cuenta de todo.
Si no te lo has leído, ya estás corriendo. Como diría su autor, es un libro fenomenal. :)
Ah, y me tienes qué decir cómo has puesto todo eso que aparece debajo de las entradas, que a mí no me sale. :(
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