9 de marzo de 2011

Exilio voluntario no es exilio, pero exilia

Lo esencial es adaptarse. Ya sé que (...) es difícil. Casi imposible. Y sin embargo. Después de todo, mi exilio es mío. No todos tienen un exilio propio. A mí quisieron encajarme uno ajeno. Vano intento. Lo convertí en mío. ¿Cómo fue? Eso no importa. No es un secreto ni una revelación. Yo diría que hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, sólo entonces la calle deja de mirarlo a uno como un extraño. Y así con todo.

Primavera con una esquina rota
Mario Benedetti

Exiliarse, cuanto más lejos mejor. Yo estoy a punto de conseguirlo. Y luego me entrará el miedo, claro... Miedo a que esa calle no llegue a mirarme sin ojos extraños, a no poder apoderarme del sol ni la sombra o de los cafés... Pero el miedo es estimulante. Y ya es hora de tener un exilio. Uno personal e intransferible, digo; uno de verdad. De momento, es más una expectativa que un futuro. Y las expectativas dan dolor de cabeza, a mí por lo menos...

s.

2 comentarios:

sarasánchezgo dijo...

Exiliémonos... nos vendrá genial! Y de miedos nadaaaaaa, el ser humano está preparadísimo para adaptarse, y si encima vas de fiesta y a estudiar lo que te gusta... ¿qué hay mejor que eso?
:)

SARA dijo...

Esa foto de los niños es de Cartier Bresson, en mi entrada desde que he puesto su nombre, hasta que empiezo hablar de Hasselt todas son de él, la verdad es que me encantaron! :D