1 de abril de 2011

Invisibles, pero imprescindibles

A todos los proscritos y a los prescritos.
A los que luchan por volver y a los que se caducan cada día un poco más, presas de barrotes invisibles.
O a veces no tan invisibles.
A los que no vuelan en avión, porque no pueden.
A los que sí vuelan desde su cama/ cocina/ bar/ trabajo,
porque los vuelos de estos son más lejanos y exóticos que los de ningún otro pasajero.

A los de las zapatillas rotas, pero no rotas de viejas,
rotas de andar con ellas de acá para allá
buscando la salida
y muchas veces encontrándola
más por cabezonería y paseos de más que por orientación.

A los que ven en la vela no algo que quema, solemne y serio
si no un gran motor capaz de impulsar su barco
personal e intransferible
hasta el infinito
con ayuda y compañía del viento.

A los que hacen de su prueba de supervivencia diaria una gymkhana,
a los que embocan las tormentas sin paraguas, ni capucha, ni botas de agua,
a los que hacen del trueno la mayor fiesta y del agua el mejor confeti,
a los que dan aliento,
a los que tienen
halos

de luz invisible, pero imprescindible.

s.

1 comentario:

Jotapao dijo...

WOW creo que estoy entre los que volamos desde la cama :)